“El tiempo como dimensión subjetiva”
En la vorágine de la vida cotidiana donde todo se rige por un correr vacío para llegar a ninguna parte,
Lalo nos invita a detenernos, en principio,
para contemplar un más allá de su trabajo,
un plus que tiene que ver con ingresar en su mundo interno.
(Le advierto, lector: esta experiencia, no se transita sin consecuencias). Algunos lo atraviesan en un tiempo fugaz, otros asfixiante, hay para quienes se hace interminable, sea como fuere, se sufre una metamorfosis.
Lo real, eso a lo cual estamos habituados, queda del otro lado de la puerta.Arañas de caireles, juguetes antiguos, fotos de tiempos remotos, objetos únicos y música clásica sonando en el aire, aroma a cedrón fresco y café, son algunos de los sentidos que se despiertan al ingresar en su taller.
Basta sumergir la mirada a través de su cristal para teñirlo todo de azul.
Lo real se vuelve difuso y uno ya no sabe si lo que dice, si lo que ve es cierto o no pero tampoco importa.El aspecto cuidadosamente desprolijo y unas manos rústicas siempre manchadas de pintura no condicen con sus trabajos de línea precisa y sutil sobre planos blancos e inmaculados. Los chorreados de color desarticulan la escena… parece un accidente, pero en Lalo, nada está librado al azar.Sabe lo que busca y a dónde quiere llegar, abundan en él ideas brillantes próximas a plasmar, hay en su mirada algo que aún queda por curar, solo le falta atreverse a desarrollar todo lo meticulosamente planeado. El resto es el hacer, el dejarse fluir, y para nosotros, la contemplación y el descubrimiento en el dejarnos llevar por su invitación onírica.
Laura Delgado (Artista plastica-psicologa)